
No. No se trata de El Plan de Vacunación. Lo que vamos a contar en esta entrada es que estuvimos En plan de vacunación. Fue algo que resultó en el desprogramado domingo Bumangués del puente festivo anterior, el asunto es que se había anunciado el inicio de la fase 2 de vacunación, y este contempla entre sus grupos poblacionales a las personas entre los 60 y 80 años aparte del personal de salud de primera línea.
Como es lógico había mucha expectativa al respecto. Amplificada entre otras cosas por las falencias de la comunicación oficial. Y obvio, desdibujada por un efecto semejante al juego infantil del teléfono roto,, en este caso no juegan niños sinos las administraciones nacionales, departamentales, municipales, y las EPS (Entidades Prestadoras de Salud) en donde el último de la fila es el sufrido usuario. Si a eso se le añade a la cantidad de ruido mediático de las redes sociales, el asunto resulta bien complicado.
El sábado empezaron a circular mensajes indicando que solo iban a vacunar a los mayores de 75 años. Luego dijeron que en algunos sitios solo a los de la EPS respectiva. Que en otros lugares vacunarían sin importar la EPS ni la edad. Que aquí, que allá, que acullá. Y florecieron los listados de sitios de vacunación. Pensamos hacer el intento el domingo o al menos ver cómo estaba la vaina.
El domingo llegaron dos mensajes hablando de dos sitios cercanos acá en la mitad de Bucaramanga, y fuimos a ver; de paso avisamos a parientes cercanos mayores de edad. En ambos resultó que solo eran los de la respectiva EPS y mayores de 75 años. Y en ellos se veían pocas personas. En esas estábamos cuando entró un mensaje informando que en el vecino municipio de Piedecuesta estaban vacunando sin restricciones. Y arrancamos para allá.
Llegamos a Piedecuesta, el puesto de vacunación estaba en el casco antiguo de la ciudad y luego de esquivar el trancón dominical en la plaza principal, encontramos el sitio. Estaba repleto. Era una calle angosta con gente en ambos lados de los andenes. Pronto nos enteramos del proceso, y que había que hacer una fila para mostrar el documento de identidad y que anotaran los datos, y lo más importante: Era para que le dieran el «ficho» numerado del turno, y que con ese mini documento se podía pasar a la sombra del andén del otro lado de la calle para que el candidato a vacuna ya «fichado», esperara sentado a que hicieran pasar otra tanda de vacunables.
Hicimos un recorrido a lo largo de la calle para calcular si podíamos alcanzar a entrar el recinto de vacunación. Y caray, vimos que la muchedumbre estaba compuesta mayoritariamente por la gente «Chic» de Bucaramanga, Ruitoque y Mensulí. Vimos muy pocos nativos del municipio. Luego de unas consultas nos enteramos que entraban a vacunar grupos medianos, y allí aparentemente había pocos funcionarios en el proceso de vacunación y que cada grupo se demoraba 30 minutos adicionales mientras controlaban posibles efectos secundarios. También nos enteramos que estaban aplicando la Sinovac, la vacuna china y no vimos que a nadie que esto le molestase.
Pero por muy «Chic» que se creyesen los candidatos a la vacuna, no dejaban de ser colombianos con todas sus mañas: Uno que otro tratando de saltarse los turnos, o negociando el puesto en la fila, sin faltar quienes le preguntaran al funcionario que si no sabían con quién tratando. Dijo alguien en la fila «algunos con mucho pedigrí y poco de urbanidad» Como era de esperar una gran cantidad nos quedamos con los crespos hechos, no nos vacunaron y en consolación buscamos un Restaurante Chino para almorzar antes de regresar a Bucaramanga.
Por la noche nos enteramos que la sesión de vacunación del día siguiente en ese puesto había sido suspendida. Mucha gente para pocas vacunas (mejor dicho dosis). Demasiado riesgo, será esperar…